lunes, septiembre 05, 2005

Madrid es bonito cuando no me recuerda a ti

En las hojas del tiempo, cuelgan las perdurables fragancias que el viento flagelaba en noches de sosiego y pasión. La desidia se ha vuelto una perseverante compañera de andanzas. Lloran las risas. Me sigue hechizando tu pintura desocupada y distante. La desazón de vivir en el humo de la esperanza. Rociado de cólera disimulada, te dejo palabras como estas por si mi recuerdo llega lúcidamente a eslabones lejanos y una confusión hace que sueñes con mi galeón rejuvenecido.
Acechando está el miedo entre las perversas llamas de la traición, todo se inunda de una colorida lluvia de lágrimas, empapando la almohada y fracasando en el intento de alterar la nada de tu memoria, similar a las leyendas efímeras, forjando la circunstancia de tu sombra de vestigio fugaz, al son de tus pisadas destruyendo mis anhelos desprovistos de tus miradas serenadas y tus desconciertos renovados. Cansado de escribir sobre las heces del amor (no) extinguido.

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