Por RICARDO OYÓN.Hacia 1987 el director alemán Wim Wenders se ve estancado en su megaproyecto Hasta el fin del mundo y decide que necesita realizar otra película, más sencilla y menos costosa, para rentabilizar su propia productora, Road Movies, que lleva parada varios años. En aquel entonces ya es un director respetado y admirado por títulos como El amigo americano, y Paris Texas, si bien se trata de un director de culto para minorías. El resultado de este proyecto rápido y barato es El cielo sobre Berlín, una película que, a pesar de haber nacido de forma tan casual, es considerada una de las dos o tres mejores obras de este gran director.
La película supone su regreso a Berlín tras años trabajando en los USA, y decide que el tema debe ser Berlín. Paseando por la ciudad y observando a sus habitantes toma notas y empieza a dar forma al argumento que más tarde escribirá junto a su amigo y escritor Peter Handke. Eso sí, nunca hubo un guión escrito de principio a fin, sino que se trata de una película rodada de forma un tanto improvisada sobre la marcha.
El argumento nos habla de ángeles que ayudan a la gente, seres que observan el mundo desde el principio de los tiempos y pueden escuchar nuestros pensamientos. Conocen y entienden al ser humano, pero no pueden compartir la existencia con ellos, no pueden saber lo que es tener frío o a qué sabe una taza de café. Y a veces ocurre que uno de estos ángeles desea conocer lo que es la vida desde el punto de vista de un ser humano.
El argumento no es el eje de la película, de hecho se puede decir que es una película en la que pasan muy pocas cosas. El eje son las ideas, son las personas. Wenders nos coloca en el punto de vista de un ángel, y desde él podemos verlo todo y saberlo todo, volamos sobre Berlín, entramos en cualquier casa, en el metro, en cualquier lugar, y observamos a la gente, y escuchamos sus pensamientos, pensamientos normales, de gente normal, pensamientos alegres o tristes, preocupaciones existenciales o simples comentarios triviales, dando lugar a una película llena de voces que no cesan, voces anónimas, la voz de la gente. El centro sobre el que la película gira es Berlín, y ante todo es el ser humano.
Las reflexiones sobre las que se centra el film de Wenders son el paso del tiempo, las preocupaciones grandes o pequeñas de la vida, el pasado y el presente de Berlín, el propio muro como escenario de gran parte de la película, y la búsqueda de un sentido, de algo que haga nuestra vida completa. Por lo tanto El cielo sobre Berlín es una película reflexiva, donde los personajes piensan mucho y actuan poco, una película llena de texto, de reflexión, pausada y de emoción contenida. Es también una película esteticista en la cual no se busca la naturalidad o el realismo salvo para los secundarios y extras, y nos encontraremos con que los personajes principales hablan la mayor parte del tiempo de forma muy solemne y literaria.
"Cuando el niño era niño, era el tiempo de estas preguntas. ¿Por qué soy yo y no soy tú?. ¿Por qué estoy aquí y no allá? ¿Cuándo empezó el tiempo y donde acaba el espacio?. ¿Es la vida bajo el sol tan sólo un sueño?". Wenders nos habla también en El cielo sobre Berlín de la dualidad entre lo profundo y lo sencillo, lo místico y lo cotidiano, lo eterno y lo efímero, entre el ángel y el niño.
El tema de la mirada es fundamental en la obra de Wenders. La mirada de la cámara, la de sus personajes, la mirada del director de cine (Lisboa story), las imágenes y su poder para atrapar el tiempo (Hasta el fin del mundo), la mirada de los ángeles... Pocos directores saben mirar como Wenders, con ojos nuevos, para hacernos creer que nunca habíamos visto nada parecido, cuando pensábamos que ya estábamos de vuelta de todo, y sorprendernos a veces con lo más sencillo, con lo más humilde.
Entre sus protagonistas tenemos a Bruno Ganz (protagonista también de El amigo americano y Tan lejos tan cerca), Solveig Dommartin, musa de Wenders, protagonista también de Hasta el fin del mundo, Otto Sander, protagonista también de Tan lejos tan cerca, Peter Faulk (Colombo), haciendo de sí mismo (repite en Tan lejos...) y Nick Cave (que no actua, solo canta en directo). En este apartado vale la pena destacar que Wenders siempre se caracteriza por sus peculiares personajes y por su afición a la música. Así encontraremos entre sus "actores" a Nicholas Ray, Samuel Fuller y hasta 7 directores en El amigo americano, o Lou Reed y Gorvachov (artífice de la Perestroika) en Tan lejos... Por no mencionar sus pequeños cameos y los de parte de su equipo.
A destacar también la fotografía, de Henri Alekan, a quien Wenders, según sus propias palabras, dice deber no solo el aspecto visual sino todo el ambiente de la película.El cielo sobre Berlín ha sido durante muchos años una película casi imposible de conseguir, al menos en España, hasta hace poco, gracias a una excelenete edición en DVD de Filmax que está sacando poco a poco las obras de Wim Wenders, y que nos ofrece unas ediciones extremadamente cuidadas y llenas de contenidos extras.
Tan lejos, tan cerca (1993) es el título de la segunda parte de esta maravilla. Repite personajes y temas (Berlín, el paso del tiempo, la gente, la vida, la mirada...) y añade un nuevo tema: frente al deseo del amor por una mujer de Damiel, aquí Cassiel desea ser bueno y ayudar a los demás, pero no sabe bien como hacerlo y se equivocará las más de las veces. Aunque se trata de una película notable, falla en algunos aspectos y no llega a la altura de su predecesora. Quizá es más dinámica, más divertida, menos pausada, ocurren más cosas, es en definitiva más convencional como película. Y tiene momentos geniales (hasta la peor película de un gran director tiene momentos geniales, no lo pueden evitar), pero tiene otras muchas partes en las que falla, y la impresión final es la de una película irregular, una montaña rusa llena de aciertos y errores, una película que vale mucho la pena ver, pero que inevitablemente nos deja con cierta sensación de decepción.
La obra de Wim Wenders es ejemplo por antonomasia del llamado cine de autor, no apto para el espectador aficionado al cine de palomitas que fácilmente terminará roncando antes de la mitad de cualquiera de sus películas. Wenders va más allá del argumento o de los apartados más formales de la película, para tratar de explorar en la esencia misma del cine, para cuestionarse elementos básicos y darles la vuelta, y mirar el cine con ojos nuevos. Según su propia definición (puesta en boca del protagonista de Lisboa Story) el cine es "e-motion", un juego de palabras entre "cine" (motion: movimiento, pero también motion pictures: imágenes en movimiento, esto es, el cine) y "emoción", y su objetivo es hablarnos de las emociones humanas, para lo cual, si quiere ser sincero, necesita despojarse de todo efectismo y de toda concesión a lo comercial.
Wenders considera el cine un arte donde "ya se ha dicho todo" y no queda apenas nada por decir, según sus propias palabras "Con 30 canales en la TV casera la imagen se devalúa (...). Es más interesante el rostro de un mono en un documental que el de un actor de telefilmes". Así que su objetivo es hacer un cine diferente, que nos ofrezca algo nuevo, que no sea más de lo mismo. De hecho, según cuenta, cuando su carrera como director empezaba a consolidarse estuvo a punto de abandonar, porque creyó que no tenía nada especial que contar, y dice que fue Nicholas Ray quien lo animó a seguir demostrándole que siempre había una forma distinta de contar las cosas, y que él no era ningún mediocre.
Por supuesto, no siempre consigue su objetivo (nadie es perfecto) y su filmografía está repleta de altibajos, desde obras maestras de la talla de El cielo sobre Berlín, o París Texas, pasando por películas muy buenas, como Lisboa Story o El amigo americano, hasta películas decididamente fallidas, como El final de la violencia o El hotel del millón de dólares, sin olvidarnos de films tan irregulares como Tan lejos tan cerca o Hasta el fin del mundo, donde la genialidad y los momentos decepcionantes se alternan a lo largo de todo el film.Wenders es también un director multicultural al que le encanta viajar, ha estado (aparte de su Alemania natal) en USA, el Australia, en Japón, en Cuba, en Francia, en Portugal... Y en todos los países que conoce ha rodado un film o al menos parte de uno. Además, muchos de sus films son políglotas, de modo que se hablan a lo largo de la película distintos idiomas (algo que naturalmente se pierde con el doblaje). Sus personajes también son con frecuencia viajeros, ya sea de una forma física o en algún otro sentido.